Homenaje a Leopoldo Alas Clarín por Mª del Carmen Salgado Romera


ESENCIA FEMENINA

Las campanas resuenan en tu interior cada día, sin que  puedas huir. Si ya es castigo que nacieras sin nacer, que te diéramos un destino inexorable, que sufras desde entonces nuestros juicios, es más cruel, aún, que ciento trece años después te encarceláramos en un cuerpo de bronce, al abrigo de las piedras de una catedral  de imposible simetría cuya torre orgullosa convierte su sombra en dedo acusador queriendo ignorar  los ruegos de la contrita  humanidad  que invade, como  líquido derramado, su útero de incienso y penumbra al tañer de esas campanas.
El domingo me paré frente a ti. No era la primera vez que lo hacía, la diferencia es que tenía premura por extraer de tu imagen todo. Me quedé con la pluma de tu sombrero que pusiste ahí, seguramente, por no poderle dar el uso que  hubieras querido. Y con la rosa que se abría ingenua junto a ella. El lazo de tu amplia falda, la coqueta limosnera, el collar de perlas verdes y los encajes realzan tu femineidad. En la mano portas tu biblia o misal. Si a mí me hicieran de bronce, seguiría cargando con la agenda, un bolso en bandolera  y una bolsa reciclable de la que sobresaldrían algunas viandas y la barra de pan integral.   
He de confesarte que llevaba dos vinos, era domingo, ya te dije. Y muchas veces, desde que supe de ti a través de Clarín, me he preguntado, Regenta,  por qué no somos felices, en qué nos hemos equivocado desde siempre las mujeres.  
Tú  falda, yo pantalón. Tú dependiente,  yo liberada. Tan diferentes como unidas por nuestra  esencia femenina y ese suelo, el húmedo suelo de Vetusta, acogiendo tu inmóvil presencia y el efímero repiqueteo de mis botas sobre el pavimento de la plaza de la fría catedral que nos observaba, distante, con su ojo de piedra y cristal mientras una riada de personas plegaba sus paraguas, recordaba sus súplicas y penetraba silente en su útero de incienso y penumbra.

Mª del Carmen Salgado Romera- Mara-