Homenaje a Arturo Pérez Reverte por Luis Parreño Gutiérrez


CARTA ABIERTA A ARTURO PÉREZ REVERTE.   

Si seguimos los formalismos al uso en épocas recientes, esta carta debía comenzar de otra manera, por ejemplo:
¡Admirado escritor!:
Pero los tiempos cambian y nos hemos ido volviendo cada día un poco más descarados, un poco más iletrados, irrespetuosos con las formas, confianzudos, poco cuidadosos en el trato, irresponsables, en fin que si hacemos caso a los cánones vigentes, nos hemos modernizado cantidad.
A veces, cuando leo tus escritos me retrotraigo a la niñez, a un profesor que tuve en una Academia de pueblo con pretensiones y recuerdo el término que empleaba con nosotros:
“Sois unos rucios. Venís aquí a que os desasne, a que os pase la garlopa del saber sobre la corteza de vuestra ignorancia.”
Creo que a grandes rasgos es lo que nos dices en tus artículos, aunque a muchos nos parezca algo exagerado: somos unos rucios.
No puedo negar tu experiencia a la hora de contar historias. Al fin y al cabo, tu eres periodista y yo solamente un vulgar y pretencioso lector. Pero a veces tus historias no llegan a ser sino meros guiones cinematográficos que, además. alguien con dinero se atreve a llevar al celuloide, y a mucha gente les encantan.
Pero si nos gustase todo lo que los demás hacen, seríamos demasiado indulgentes y no veríamos los resquicios por donde aún no ha penetrado la realidad, o se cuela descaradamente, pues tu forma de contar las cosas hace que nos demos de bruces con esa realidad que nos apabulla e incluso diría más, nos hiere la decencia.
No tienes inconveniente en “sacudir estopa” a unos y a otros. No te casas con nadie y eso me gusta. También me gusta de ti tu manera de compartir recuerdos con tus lectores. No tratas de imponerlos, simplemente los expones y que cada cual tome lo que le apetezca. Aunque mis recuerdos no pueden ser ni de cerca los tuyos, pues yo ni he estudiado ni he viajado tanto como tú, sí son comunes en cuanto a lo vivido, visto y leído en este cainita solar patrio. Mis fuentes son, desde muy pequeño, la radio, las lecturas y el cine, que bien aprovechados aún me dan cierto reposo.
No veo gente que se mate por ayudar a otro en estos tiempos, ni tampoco quien se deje matar por sus ideales, pero sí estoy contigo en el recuerdo de esos archivos históricos donde se esconden los verdaderos espíritus que ayudaron a este pueblo a llegar donde llegó.
Es cierto que nuestros amados gobernantes siempre se empeñaron en poner coto a libertades de la mano de una Santa Inquisición que aún en escondidas formas, sigue vivita y coleando entre nosotros.
Pero también es cierto que siempre hubo y habrá personas con la lucidez suficiente para poner sobre aviso a tanto rucio,  y a fe mía, que de entre estos, alguno habrá que sepa recibir el mensaje y desmenuzarlo para que el resto lo entienda. Aunque me temo que a veces llegan a entenderlo demasiado tarde y no hay nada que hacer.
Me gustaría despedir esta carta con unos versos que, al igual que ésta, jamás leerás; son partícipes de la esencia de todo lo que hemos sido y lo que aún nos queda por ser si hay que volver a comenzar de nuevo.
Lo llamo ALMA DE SOLDADESCA en honor a los últimos minutos de la película “Alatriste”, en cuyas escenas, el resto del Tercio se deja masacrar en nombre de un Rey que los olvidó antes de comenzar la primera batalla, pero por el que dieron hasta el último aliento. Va por Sebastián Copóns y todos los demás:

                       ALMA DE SOLDADESCA.

                    Para encontrar aventura y denuedo
                    basta con revolver en los archivos,
                    saber leer entre líneas los motivos
                    que inducen a dejar atrás el miedo

                    a empuñar un acero de Toledo,
                    a batir en cubierta al enemigo,
                    a infligir al pirata su castigo
                    y acariciar con las yemas de los dedos

                    esa paga ruin que nunca llega,
                    ese honor que quizás han prometido
                    dándolo todo en cada nueva entrega,

                    luchando siempre a brazo partido,
                    o siendo tras las líneas, estratega,
                    alma de buen soldado decidido.



                                                                    Luis Parreño Gutiérrez
                                                                    Vigo, 4 de Junio de 2012