Cajón de Sastre por Jaime del Egido

La mascota preferida
(microrrelato)


Al niño le gustaban los peluches pero también las figuras de animales de tacto más áspero, como peces o reptiles. Los padres quisieron regalarle una mascota original y para ello consiguieron un CITES, que es un número de exportación / importación en el Convenio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre, y le compraron un saurio de escasos meses de vida. El reptil tendría espacio suficiente para moverse por la casa, o en el jardín de la vivienda.
¿Quién dijo que las reptiles no podrían convivir con los humanos o, al menos, alcanzar cierto grado de domesticidad?
De hecho, congenió más con el niño que con el resto de los miembros familiares. Incluso aprendió a dormir, graciosamente enroscado, a los pies de la cama del niño.
Los padres se sintieron orgullosos de aquella simbiosis, tan original. La abuela, sin embargo, admitió aquella situación a regañadientes.
Un día, en lugar de dormir hecho un ovillo, como solía hacer, comenzó a dormir estirado sobre la cama, en posición paralela al niño. Los padres quisieron saber qué significaba aquél avance en el comportamiento y se lo fueron a comunicar al veterinario. Éste, les dijo que la serpiente estaba tomando la medida del niño.
Mientras tanto, en la vivienda familiar, una enloquecida abuela apaleaba sin cesar al saurio.