Homenaje a Leonard Cohen por Jany

Estreno
No tiene la mejor voz del mundo, ni siquiera agradable a los oídos, pero estoy cansado de tanto barítono, soprano y tanta voz tan bien educada y perfecta con estudios. La voz natural ha dejado de existir. Pidió una oportunidad y fue un desastre, rompió varias cuerdas de su guitarra nada más empezar, y osó cantar su canción a capela. Se acompañó de suaves golpes con sus manos en la caja de la guitarra, nada más. Pudiera ser que la guitarra empañara o tapara con sus sones su voz o posiblemente fuera más importante que su voz. Apuntaba maneras con la guitarra, pero no pudo ser. Eso lo sé, he visto a muchos artistas, conozco cómo se debe coger la guitarra, el trato que le dan, las manos, su postura sobre el mástil, son cosas que definen o denotan a alguien que toca la guitarra y lo hace con pasión, con ternura y con fuerza, y ella lo tenía. Lo descubrí incluso cuando cruzó la sala hasta el escenario llevando enfundada la guitarra, cómo posó la funda en la tarima, cómo abrió la caja, tomó la guitarra y se la colgó. No sé, quizá hay cosas que se intuyen al ver a las personas, cosas que sin saberlas, las percibes. De su voz poco o nada puedo decir que sea de mención, áspera, desafinada, rota. Desde luego que hay artistas que no tienen una gran voz, pero tienen esa personalidad que las hace únicas, irrepetibles; no era el caso. Aquellos lamentos o quejidos, o lo que fuera, inundaron la sala. Quise pararla, que dejara de emitir aquel ruido, pero me sentí incapaz al ver la pasión con la que actuaba. Quizá fuera ese el engaño, ella sola llenaba el escenario, no hacía falta que cantara o tocara la guitarra, era ella, sin más, desnudando su alma al mundo.
El caso es que dude, pero al final fue tal la obstinación con la que me rogó que accedí a que realizara una nueva prueba al día siguiente. La cité a la misma hora, pero ella no llegó. Quise entender que algo le tenía que haber pasado, pues no era normal que después de tanta insistencia, ahora no apareciera. Recuerdo la melodía de la canción, no así la letra, es cómo si la hubiera escuchado miles de veces y el único recuerdo fuera ese, la tengo grabada en mi cabeza y no soy capaz de sacarla. No me molesta, en absoluto, pero me trae recuerdos de ella. Tampoco, y estoy seguro de ello, estoy enamorado, tal vez, y sólo, tal vez, quisiera revivir el recuerdo de verla sobre el escenario.
He intentado que algunos grupos, de los que habitualmente pasan por el local, toquen su canción, quiero decir, que saquen de mi cabeza la melodía de la canción, pero ha sido del todo inútil; yo la tarareo pero ellos entienden lo que les da la gana, en nada se parece a lo que guardo en mi interior. No hay nota que repitan con exactitud. En mi cabeza la tengo con nitidez, pero al querer sacarla de mi interior, sale adulterada, viciada; mis cuerdas vocales son incapaces de reproducir aquellas notas.
La muerte se nos presenta de muchas maneras, para cada persona es única, y estoy seguro que antes de que acontezca tal final, se nos presenta y nos avisa. Pero somos simples imperfectos humanos, incapaces de ver más allá de lo que tenemos a nuestro alrededor. Quisiera, si esto fuera verdad de que la muerte nos da una advertencia, que ella, su canción, su guitarra rota, fuera ese aviso de mi final, para una vez más poder oír y sentir aquella melodía. Sé que no sucederá.
Han pasado tres años, aún la sigo esperando.